martes, 30 de septiembre de 2008

Una nueva mirada

Como toda persona normal, a Pilar no le gustaban muchas cosas de su cuerpo, pero lo que más detestaba eran sus dos celestes ojos. Toda su vida los había odiado, con ellos veía el mundo de la peor manera, la más negativa, el lado medio vacío del vaso.
La gente que estaba a su alrededor percibía la "mala onda" de Pilar, pero rara vez lo notaba en los ojos, simplemente veían su actitud pesimista frente a la vida. Pero a esto Pilar no le prestaba atención, y seguía criticando sus ojos, ¡Hasta dormía con un antifaz, de esos que se dan en los aviones, para que nadie notara esas dos horribles bolas que tantos problemas le causaban, y para que no le espantaran el sueño!
En su armario predominaban los anteojos, de todo tipo, de todos colores. Pilar los usaba cada vez que salía, fuera a donde fuera, noche y día, no le importaba parecer ridícula, prefería eso a mostrar la causa de su frustración.
Caminando un día por las calles del centro, tropezó con una nueva tienda, y tropezó literalmente ya que sus lentes eran tan oscuros que no vio el letrero de inauguración que tenía enfrente: "Cambie sus ojos viejos por un par de ojos nuevos"
Aparentando calma, entró a la tienda y le preguntó a la empleada acerca de la promoción, ésta sin darle mucha importancia le contestó:
- Así es señora, usted nos da sus ojos viejos y nosotros le entregamos un par de ojos nuevitos.
Trás escuchar este notición, Pilar sacó automaticamente todos sus ahorros, ¿Qué mejor que gastar el dinero que habia juntado toda su vida en ganarse una oportunidad de conseguir una buena?
Veinte minutos más tarde le habían realizado el procedimiento. Estaba lista para comenzar una nueva vida que prometía felicidad y vasos medio llenos.
Al abrir los ojos, Pilar notó que las cosas no se veían tan claras como antes, pero no le importó. La señorita le dio un espejo y después de tomar aire, se lo acercó a la cara. En donde habían estado sus espantosos ojos celestes, ahora solo había un par de rayitas. Con todas sus fuerzas abrió lo más que pudo sus nuevos ojos y le reclamó a la vendedora, a lo que ella dignamente contestó:
- Y qué esperaba, son hechos en China.

Julieta Frenkel

1 comentario:

mariana dijo...

Humor negro!!! Bien,Mariana